martes, 27 de noviembre de 2012

No soy

No soy persona de romance. No hay en mí palabras dulces, ni amables, mucho menos palabras de amor. Mi mente esta sumergida en tinieblas densas y oscuras. No hay luz en mi mirada, no hay calor en mis palabras.

Mi corazón esta envuelto en frialdad, y en el fondo de mi alma el dolor abunda como las espinas del rosal. No hay sonrisas, no hay calidez, y ella lo sabe bien. Las sombras se ciernen sobre mi cama, y la muerte me susurra dulce y crueles palabras.

No encuentro destino para mi existencia, y entiendo mi naturaleza. Me abrazo a la vida con la misma fuerza fiera con el modo en que me abrazo a la muerte. Las sombras y el dolor acompañan mi camino, me deslindo de la calidez que otros logran ver en si mismos, porque comprendo que no la poseo.

En las noches turbias en que mi torturada alma intenta buscar descanso, mi carne y mi sangre se alzan en dolores agudos, y el recuerdo de ayeres horrendos ataca mi perdida mente, es cuando mas me aferro a las palabras crueles y sin esperanza que mi amada soledad grita a mi oído, porque entiendo que soy efímero.

Siento las llamas del infierno rozar mi cuerpo, su calor mortal aplastando toda esperanza, cada silencioso movimiento de mis latidos cansados atrae nuevos dolores. No espero nada, amo la vida como amo la muerte, no anheló una ni la otra. Dios sabe que es asi.

Pero entre las dolencias oscuras, y las tinieblas seseantes, siempre veo la temblorosa sonrisa tímida en sus dulces labios, tan cálida como un día de verano; y la brillante luz de su mirada oscura, tan fuerte como la más hermosa de las estrellas en el firmamento, iluminando el sombrío lecho.

¡Oh, mi dulce amada! Toma mi mano, en esta mi última hora, en la que siento las fuerzas caerse como fichas de ajedrez, y te ruego con miradas silenciosas que no abandones a este pobre diablo, que su amor te ha jurado, en este momento tan cruel.

Fueron años de sombras y dolor que con tu dulce sonrisa has roto. Y que con tu cálido toque has logrado redimir. Nunca añore tanto la vida, como ahora que la pierdo, y no la añoro por vivir, o por riquezas recuperar, solo la añoro por tu sonrisa no perder y de tu boca oír cuando me amas, para poder yo susurrar, decadente en tu oído, aferrado a tu cabello, que tu eres el amor mio…

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